jueves, 11 de agosto de 2016

A 119 años del descubrimiento de La Dama de Elche

Aquel 4 de agosto de 1897 quedó señalado para siempre en la historia de Elche. A las diez de la mañana, un joven que llevaba agua a los obreros que trabajaban en la finca "La Alcudia" dio con un pico en una piedra. Así al menos lo creía Manuel Campello Esclápez, quien al apartar la tierra para poder sacarla vio con asombro el rostro de una figura. «Llamé a los hombres, acudieron, y Antonio Maciá -de quien era la herramienta- acabó de descubrir a la "Reina Mora"», relataría después el propio campesino.

Una vez concluida su jornada los obreros llevaron la figura al dueño de la finca, el médico Manuel Campello Antón, que la exhibió sobre un taburete en el balcón de casa. Veintiséis días después la Dama de Elche sería vendida por 4.000 francos (unas 5.200 pesetas de entonces) al arqueólogo francés Pierre Paris y comenzaría un periplo plagado de controversias que aún hoy no se han resuelto.

El 30 de agosto salió de Elche con destino al Museo del Louvre en París, causando el disgusto y la desaprobación de los ilicitanos y del resto de los españoles. Pierre Paris llegó a decir que «pocas ciudades he visto en el mundo cuyos hijos se muestren tan sensibles con su pasado».

En el Louvre permaneció entre "antigüedades orientales" hasta que con el inicio de la II Guerra Mundial en 1939 fue trasladada por motivos de seguridad al Castillo de Montauban, en el sur de Francia.

Dos años después, tras intensas negociaciones con el Gobierno de Vichy, la Dama de Elche entraba en España por la frontera de Portbau el 10 de febrero de 1941. A cambio de la entrega, según las noticias ofrecidas por German Bazín en la «Revue des beaux arts de France» y recogidas por la Real Orden de la Dama de Elche, España entregó el retrato de Doña Mariana de Austria de Velázquez (el Prado poseía otra versión casi idéntica y se transfirió la versión considerada de inferior calidad), el retrato de Antonio de Covarrubias de El Greco, una tapicería de Goya, «La Rixe de l’anberge nouvelle» y dos dibujos del Siglo XVI «La Vie d’Artheuise» de Nicolás Monel.

La escultura fue alojada en el Museo del Prado durante 30 años hasta que en marzo de 1971 fue trasladada al Museo Arqueológico Nacional donde hoy puede contemplarse en la sala dedicada a la Protohistoria. Elche no ha renunciado nunca a su «Reina Mora» y desde 1975 pide incesantemente su regreso a la ciudad alicantina. Solo en 1965 viajó a Elche para una exposición.

¿Era una dama aristocrática? A la figura datada hacia en los siglos V-IV a.C., también le ha acompañado otras controversias. ¿A quién representaba? El investigador ilicitano Pedro Ibarra vio en ella una imagen de Apolo en su aspecto de Mitra, interpretando que sus cabellos trenzados podían simbolizar las ruedas del carro del dios grecoromano, pero la opinión más generalizada es que se trata del retrato de una mujer. «Una sacerdotisa, una diosa, o quizá la opulenta esposa de un caudillo ibérico», en opinión de don Marcelino Menéndez y Pelayo.

«Su identidad es un misterio, pero se le atribuye un carácter tanto humano como divino», explican en el Arqueológico antes de señalar que «actualmente se interpreta como el retrato de una dama de la aristocracia ibera, cuyos descendientes la habrían divinizado». La escultura -añade el MAN- «estuvo originalmente policromada y sus ojos rellenos de pasta vítrea».

La identidad es solo uno de los «cuatro misterios son los que rodean a esta singular escultura», según la Real Orden de la Dama de Elche. Esta asociación fundada en 1968, a la que pertenecieron personajes ilustres como Gregorio Marañón o Dámaso Alonso, también destaca que se desconoce su utilidad, la filiación artística de su autor y la fecha exacta de su creación.

La Dama de Elche presenta una oquedad en su espalda que «sugiere un posible uso como urna cineraria», apunta el MAN. Es decir, servía para conservar las cenizas de algún difunto. Sin embargo ha habido otras interpretaciones. Pierre Paris creía que el orificio se utilizaba para ofrendas votivas, y Pedro Ibarra que el hueco servía para que la voz del sacerdote repercutiera y se oyera mejor.

La figura se talló en una roca caliza con más de 12 millones de años. ¿Quién la esculpió? Los historiadores creen que la pieza es netamente ibérica, aunque algunos señalan que su autor pudo ser un artista griego residente en Elche.

De lo que no cabe duda es dónde fue encontrada. La finca -"La Alcudia"- se ha convertido en un yacimiento de gran valor, donde se han encontrado otros restos prehistóricos ibéricos, romanos, visigodos y bizantinos. 

Hasta allí acuden cada 4 de agosto los ilicitanos para recordar su descubrimiento y reivindicar su vuelta a Elche.


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